El Martos CD sigue en su particular travesía del desierto. La temporada se está convirtiendo en un pedregal de situaciones anómalas. Hoy ha salido Juan Cortés, segundo entrenador que pasa por el banquillo marteño, esto supone el reconocimiento de un estado de cosas inquietante. Lo deportivo está atravesando una crisis severa y lo institucional pende de un hilo. No ha tenido suerte el conjunto de marteño en su cambio de gestión.
Las razones que han llevado al club a vivir en alarma permanente, serán objeto de estudio más adelante. Algo que tiene tantas ramificaciones no puede atacarse con prisas. El análisis debe ser reposado y hecho en profundidad. El Martos es un equipo que tiene demasiada historia detrás como para someterse a las valoraciones en caliente.
Ahora, porque todavía hay tiempo, quienes conduzcan esta nave tienen que centrarse en la salvación deportiva y para ello va a ser fundamental la capacidad de cumplimiento que tenga la entidad en materia económica. No va a ser sencillo. Contando con el compromiso de la plantilla y del técnico que ocupe la plaza de Cortés, tendrán que alimentar ese compromiso con gestiones que aporten dinero al club. Es una relación fundamental.
La temporada empezó con muchas palabras, con muchas ilusiones, con una nueva forma de enfocar lo deportivo y, por desgracia, la situación es la que es. Ya no sirven las palabras, ya no caben más argumentos retóricos. Ahora se trata de escapar de un descenso que ha dejado de ser una posibilidad para convertirse en una amenaza real en la que el equipo vive desde hace unas jornadas.
Desde fuera pocas cosas se pueden hacer y pocas soluciones pueden llegar. Lo peor es que la cosa está muy complicada. Lo mejor es que Martos es una ciudad de fútbol. Sensible a todo lo que tenga que ver con su equipo. Desde hace cincuenta años, cada domingo, la afición vive pendiente de su club. Ahora, en un momento difícil, el Martos CD no va estar solo. Liga hay, afición también. Es complicado pero tampoco hace falta un milagro, solose trata de usar el sentido común, un poco de suerte y que todos remen en la misma dirección. Tampoco es tanto…
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