Eduardo Lucas.- Quisiera contar la historia de una humillación absurda que sufrió Iván de la Peña, un genio del fútbol que no superó aquella afrenta. Antes de nada, quiero aclarar que un servidor es fanático admirador de Johan Cruyff tanto como jugador a la altura de los Pelé, Maradona, Beckenbauer, y como entrenador, y gran creador del juego total y la posesión continuada precursora del actual “Tiki taka”
En la Temporada 95-96 el Barcelona de Don Johan jugó la final de copa del rey contra el Atlético de Madrid en Zaragoza, en aquella época el joven Iván de la Peña atravesaba un momento de forma sublime. Sus pases a lo Laudrup, sus lanzamientos a puerta, su conducción y regates le auguraban un porvenir en aquel Barça de lo más optimista, pero Don Johan decidió para dicha final dejarse en Barcelona a Iván y sin embargo incluir en el equipo a su hijo JORDI CRUIFF que llevaba 5 meses de baja por lesión. Se jugó aquel partido con prorroga y Jordi jugó los 120 minutos. La final la ganó el Atlético de Pantic y así se le esfumó este título al Barça. A los tres días se enfrentaban de nuevo ambos equipos en partido decisivo para el Campeonato de Liga y, mira por donde, don Johan pensó que Iván era necesario en esta ocasión. Un De La Peña totalmente desmoralizado jugó aquel encuentro sin pena ni gloria y el Atlético ganó el partido y la Liga. Desde entonces el gran Iván de la Peña inició un declive intermitente pasando por varios equipos sin llegar a la excelencia con que había iniciado su carrera.
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