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Valencia 4 – 0 Granada: El Valencia golea sin pisar el acelerador

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El Valencia le metió cuatro al Granada sin tener que pisar el acelerador. En la primera parte, Parejo y Javi Fuego fulminaron las aspiraciones de un Granada que no llegó a ver la camiseta de Diego Alves. En el ocaso del encuentro, Negredo y Feghouli aprovecharon los huecos que el Granada dejó a su espalda para doblar el resultado. A partir de ahora, los andaluces tienen cinco finales por la permanencia

El partido del lunes enfrentaba a dos equipos necesitados. Por dos razones muy diferentes. De entre el grupo de siete u ocho equipos enfangados en los pozos del descenso, al Granada le llega el barro a las rodillas. Mientras, el Valencia lucha en la parte noble de la clasificación por adjudicarse la cuarte plaza de Champions League.

Se enfrentaba el peor visitante de la Liga contra unos de los mejores equipos en casa. Se enfrentaba un equipo que sólo ha ganado un partido en los últimos once, contra uno que sólo ha perdido uno en los últimos once.

Grandes diferencias que, sin embargo, no se apreciaron en los primeros compases del encuentro. Abel Resino escribió un guion y sus jugadores lo siguieron al pie de la letra. El Granada alargó su agonía mediante balones en largo. Los pelotazos, algunos más precisos que otros, buscaban a Jhon Córdoba y Success. Una pareja de delanteros sobrados en lo físico pero que se las vieron con Otamendi. El emperador aplastó cualquier intento de rebelión y los dos cachorros del Granada tuvieron que huir a zonas más laterales. Menos peligrosas.

Todo ese guion resultó ser papel mojado. Sirvió para dormir los habituales embates iniciales del Valencia y evitar los ataques sus peligrosos contraataques. Sin embargo, en términos ofensivos, el Granada fue un papel en blanco. Otamendi se impuso siempre a sus delanteros.

Y de pronto, el Valencia sacó el látigo y acabó el partido en un cuarto de hora. Marcó dos goles, pero pudieron haber sido más. Abrió la lata Javi Fuego. Y destrozó el guion de Abel. El mediocentro remató un saque de esquina aprovechándose de un fallo en el marcaje de la zaga granadina. A partir de ahí el Valencia sacudió los cimientos de la estructura defensiva visitante. Barragán, en una de esas, se metió en el área y Mainz lo agarró del brazo. Parejo convirtió la pena máxima. Para fortuna del Granada, los primeros 45 minutos no dieron para más.

En el segundo tiempo, el Valencia gestionó los ánimos del Granada. Fulminó cualquier resquicio de esperanza con sobriedad en defensa y tranquilidad en el juego. En esas, los ches convierten al rival en un conjunto sin alma. Ocurrió contra el Levante y también contra el Valencia. El marcador indicaba un 2-0, pero por el ánimo de los de Abel Resino parecía que el partido ya estaba acabado.

El Levante sacó de esa situación, tal vez por su filosofía o porque jugaban un derbi, una casta que les hizo generar ocasiones y poner en apuros a Diego Alves. El Granada, no sacó ni una pizca de esa casta. Cuando no combates con ánimo, lo habitual es que el contrincante acabe ganándote. Ya seas más grande, más rápido y más hábil que tu rival. Y el Granada ni tenía ánimo, ni es más hábil que el Valencia. Por lo que los ches levantaron las redes de Roberto en dos ocasiones más: Feghouli, en una contra, y Negredo.

El Valencia dormirá en Champions y el Granada un poco más hundido en el fango del descenso.